sábado, julio 17, 2004

The V files

Bueno, lo prometido es deuda, supongo, y aunque Iespana sigue sin dar señales de vida... yo no se que pasa, y le quita vistosidad al blog, me temo que me voy a tener que aguantar.

Bien, a lo que vamos, he recibido una colaboracion acerca del viaje a Valencia (realmente mi diario ha creado mas expectacion de la esperada) de un episodio en el que solo uno de los cuatro viajeros estuvo presente. Ese fue Orthanc, el cual se ha prestado amablemente a escribir un texto donde narra lo acaecido aquella noche. Le doy las gracias y animo a los demas a que escriban lo que segun ellos falta en el diario XP. Y sin mas preambulos... Bueno, si, uno COMO QUE LEONARD NIMOY???!!! XDDDD (es coña, en ralidad me ha hecho mucha gracia XD)

Voy a empezar como Pi, para que no se os haga raro:

Escuchando: Don?t cry (guns n? roses)

Buenas noches. Voy a presentarme, soy Leonard Nimoy (en realidad soy Orthanc). Seguramente me recuerden de otros episodios graciosos como ?la cosa bonita de la playa? o ?como quedar con un loco en el FNAC?, y hoy estoy aquí para relataros la oscura historia (bueno, de oscura no tiene nada, pero siempre quise decirlo) de cómo entablé contacto con los seres germanos del ?hostel? de Valencia, además de con tres italianos y dos mexicanos.

Todo empezó una apacible noche de JUEVES, cuando Nit, Pi, GK y yo nos disponíamos a comer la bazofia que habíamos comprado en el Carrefour en la terraza del ?hostel? (véase jueves 12, viaje a Valencia). Después de catar las inigualables bolitas de bacalao, decidí que lo mejor que podía hacer con ellas era lanzarlas lo más lejos posible, y ahí fue cuando entré en contacto con ellos. La conversación os la pongo en castellano, porque un diálogo en inglés entre un español y una alemana igual queda un poco raro:


- Alemana: Eh, no tires eso que Jose se enfada.


- Yo: Quién es Jose?


- Alemana: Un tio que está ahí abajo en la calle.


- Yo: Oye, tu no habrás tirado por casualidad una litrona por la ventana a la calle, verdad?


- Alemana (sorprendida): Eh... esto... si, por?


- Yo: Porque el tío de abajo me ha visto a mí y me ha echado la bronca.


A todo esto, la alemana se empezó a partir el culo y yo, claro está, estaba indignado, porque tenía clarísimo que, teniendo en cuenta la fauna urbana que habitaba los alrededores de nuestro ?hostel?, yo no iba a volver a casa porque el tal Jose este me iba a rajar con su mariposa en cuanto saliera a la calle. Bueno, el caso es que así conocí a esta alemana (llamémosle Sargento, vaya gritos que pegaba) y me infiltré poco a poco en su grupo. Ahí estaban también Fiona, tan grande como siempre, un tal Dominique, que resultó ser un alemán homosexual y un alemán de madre italiana, entre otros. Además, detrás nuestro había otro grupo que resultaron ser tres italianos y dos mexicanos, que se estaban poniendo de cervezas hasta el culo.


Después de este incidente con la Sargento, echamos unas partiditas al ?Cau robat? (made in Menorca) y después, sinceramente no recuerdo como, empecé a hablar con uno de los italianos. Me ofrecieron cerveza, brindamos un par de veces por una tal Patricia que también era alemana y realizamos las correspondientes presentaciones. Ahí es donde yo quería llegar, para ver si Fiona se llamaba en realidad así, pero no, que disgusto al conocer que su verdadero nombre era Julia.... para nosotros siempre será Fiona.


Pasado un rato, Pi, Nit y GK decidieron irse a dormir, y aquí es donde empieza la parte inédita de la historia. Yo ya era casi uno más del grupo italo-mexicano, incluso un italiano (a este llamémosle Culofino, porque se comportaba igual que el de American Pie que se enrolla con la madre del otro...) me escenificó una escena de ?Los intocables?, clasificando a la gente en tres grupos, o algo así (el que la haya visto y sepa de que hablo, por favor que hable con Pi y me comunique que coño era, porque no me quedó muy claro).


Bueno, el caso es que los italianos eran muy buena gente, y con los mexicanos estuve hablando casi todo el rato, por eso de el castellano y tal... pero entonces irrumpió Dominique, el alemán desviado (perdón, homosexual) que me empezó a preguntar a ver que opinaba sobre las corridas de toros, que me parecería si las hicieran sin matar al toro, que si votaba, mis tendencias políticas y, atención, me recomendó que votara al PSOE. Estaba puesto en la materia, el chaval. Bueno, todo esto medio en inglés medio en castellano, porque el Dominique se esforzaba pero no sabía mucho español, y yo en alemán soy nulo, así que ya os podéis imaginar...


La conversación con los mexicanos fue bastante más fácil, y cabe destacar el viaje que se estaban pegando. Más o menos me lo explicó así:


- Yo: Y vosotros, que hacéis por aquí?


- Mexicano: Pues hemos estado una semana en Madrid, luego hemos estado tres o cuatro días en Sevilla, otros tantos en Córdoba, Granada, Toledo, Alicante, ahora estamos unos días aquí en Valencia, luego una semana en Barcelona y después vamos a París. Ah, y teníamos pensado estar unos días también en Ibiza, pero nos dijeron que era muy caro.


No te jode, con el pedazo de viaje que se estaban pegando, no se que les importaba pagar un poco más para visitar las islas... pero bueno, ellos sabrán.


Mientras yo hablaba con los mexicanos, los alemanes le enseñaron a Culofino a jugar a un juego alemán de cartas, y el chaval lo pilló a la primera, empezó a ganarles y la Sargento se puso nerviosa y empezó a repartir gritos y sopapos a diestro y siniestro cada vez que perdía. Al final Culofino decidió dejar de jugar, no porque estuviera cansado, sino porque le tenía miedo a la Sargento, lo reconoció él mismo. Luego jugaron a un juego italiano a las cartas por parejas, y también jugó el alemán de madre italiana, que se ve que controlaba y todo. Después de un rato decidimos jugar al asesino (ya sabéis, uno es el asesino y mata al resto de gente guiñándoles un ojo, y hay dos detectives... paso de explicarlo entero). Unos cuantos alemanes incultos no sabían que juego era, y Culofino se puso a explicarlo en un precioso inglés con acento italiano y de pie, en el centro rodeado por el resto. Estuvimos jugando un rato, dando voces y riéndonos, hasta que apareció una visión horrenda que jamás olvidaré: La monitora de los alemanes, una alemana de sesenta y muchos o por ahí en camisón, con cara de medio dormida y cabreada, que vino a echarnos la bronca porque eran las tantas de la mañana y deberíamos tener respeto por la gente que quería dormir, y lanzó una mirada asesina a los alemanes y les dijo que deberían estar durmiendo y noseque movidas... vamos, que a la mañana siguiente les cayó una bronca seguro. Así que nada, Culofino acabó un chiste que estaba contando con la colaboración de otro italiano que lo representaba (era como esas noticias en que uno habla y al lado otro hace gestos para los sordos), recogimos las casi veinte latas de cerveza que había por la terraza y nos fuimos todos a sobar, que ya eran horas.


Y nada más, esta es la historia en versión extendida de mi integración en las otras bandas del ?hostel?. Al día siguiente, museo de las ciencias, pero eso ya está explicado por nuestra querida Pi. Saludos a los pocos que hayáis llegado aquí hasta el final del relato, y a los que no, ellos se lo pierden. Igual algún día vuelvo y escribo otra colaboración, que me ha gustado y todo. Deeew!


(Orthanc, Orth, Pons...)

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