martes, marzo 08, 2011

Prince of Persia: The Forgotten Sands Djinns.

Con el título lo digo todo, pero es que han conseguido colármela de nuevo (mh, bueno, al Chulo de la Bufanda en la Cabeza no me lo colaron en realidad). Esto no es el príncipe de la saga de las Arenas, pese a que tenga la misma cara, el mismo pelo, la misma indumentaria, una daga que hace cosas raras y el nombre del videojuego contenga la palabra ARENAS. No se si han perdido los derechos y no pueden sacar una precuela o secuela de tan maravillosa y hechizante trilogía. Quizá tengan alergia al Príncipe de verdad, porque este deja de parecerse a él en el momento en que abre esa enorme boca suya. Cuando habla, su verdadera naturaleza lo delata: es el Chulo de la bufanda con otra indumentaria. Y otra cara. Es imposible soportar sus comentarios durante más de dos fuentes, llegando al punto de pensar en no guardar el juego para evitar oír su chorreo.
Cuando desbloqueas el traje del príncipe de Los Dos Tronos la cosa tampoco mejora, el decoro y el porte regio no le vuelve con la ropa. Eso si, he de confesar que yo lo dejé puesto durante el resto de la partida, al menos podía autoengañarme mientras no hablaba.

Por suerte el final no tarda en llegar, he tardado doce horas en pasármelo y no he ido precisamente rápido, he cogido todos los cofres que he podido y he entrado en todos los pasajes secretos que he encontrado, eso si, vaya final, devastador, y eso que yo solo lo he leído por internet, ya que he tenido la oportuna idea de darle a algún botón justo cuando venía la escena final, causando que me la haya saltado.

Al menos, aquí no llaman Farah a ninguna mula, lo cual se agradece.

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